miércoles, 12 de noviembre de 2008

Cuentos de Cosas Insignificantes

un saludo a todos hoy pondré este escrito de una chava de la hermana república de León, guanajuato. me refiero a Ana Montserrat Alcántara Maciel. quien tiene madera para esto de las letras, bueno yo que puedo decirles, si a duras penas me sé las vocales, mejor leanlo y juzguen ustedes mismos.


Sin presupuesto para el rescate.

Las horas en la oficina pasaban, la mujer sólo pensaba en terminar su jornada laboral para descansar en su casa, cuando, de pronto, si jefe la llamó: “necesito que vaya por unos documentos al edificio de en frente”. Ella respondió que sí. Aunque el tono de su voz al igual que la expresión de su rostro, demostraban molestia, ya que faltaban menos de quince minutos para que terminara el día de trabajo. Pensó que el hecho de dirigirse al otro edificio le tomaría más de quince minutos y que al regresar su jefe ya no estaría porque no se preocuparía de que aquél documento estuviera en sus manos ese mismo día; por lo que la mujer decidió esconderse en el baño durante los siguientes quince minutos, para que, en caso de que su jefe preguntara por ella nadie supiera en dónde estaba. Planeó que al día siguiente, temprano iría a recoger los papeles, al fin y al cabo, su jefe como siempre, llegaría una hora después.
Pasaron los famosos quince minutos y su plan funcionó. Nadie notó que ella no estaba, el edificio fue cerrado. Nadie volvería sino al siguiente día. Felizmente, la mujer salió del baño pensando en aquel té caliente que esperaba por ella en su casa y ese sillón al que había estado extrañando durante todo el día. Ahora sí podría ir a descansar, pensaba la mujer. Cuando de pronto se encontró con un nuevo problema: no había escapatoria, la puerta había sido cerrada. Ella se aterrorizó por el simple hecho de pensar que pasaría la noche en aquel lugar así que comenzó a pedir ayuda golpeando y gritando a las personas que pasaban por el lugar. Tuvo suerte cuando un hombre le prestó atención. La mujer trató de explicar que estaba atrapada y sin escapatoria. El hombre se dio a la tarea de llamar a la policía.
Después de algunos minutos, tanto la policía como los bomberos, hicieron su aparición, lo que le dio un poco de alivio a la mujer quien pensaba que había encontrado en aquellos elementos, su salvación. No pensaba que su salida de aquel lugar tardaría aun un par de horas en cumplirse. La llegada de patrulla tras patrulla y el juego de luces que provocaban las torretas, provocó que poco a poco la gente se acercara al lugar a preguntar el motivo de su visita. Mientras tanto, la mujer se limitaba a mirar a través de las ventanas tratando de entender lo que afuera se planeaba. Pero en realidad no había plan de rescate. Al ver que el tiempo transcurría y no había movilización alguna, la mujer decidió ayudar a la policía, se dirigió a un escritorio cercano y tomó una hoja de papel grande y un plumón negro con el que escribió una serie de números. Rápidamente se dirigió hacia una de las ventanas para golpearla y mostrar una nota con el número telefónico de quien poseía las llaves del lugar. Pero no fue suficiente, porque surgió un nuevo problema: el número telefónico era de un celular, motivo por el cual todos los ahí presentes pusieron un “pero” para realizar la llamada.
Al ver cómo todos hacían señas al hablar que demostraban que aquella opción no era posible, la mujer no hizo nada más que resignarse a esperar, aunque claro, estaba sumamente desesperada. Pensaba en lo caro que le había salido su flojera, pensaba en el “hubiera” y en lo que pudo haber hecho para evitar su actual situación. “Si tan sólo hubiera ido a recoger el documento” o “debí salir del trabajo y recoger los papeles mañana temprano” pensaba constantemente. Ahora se daba cuenta de que el esconderse en el baño para que su mentira funcionara, había sido la cosa más estúpida, lo que la mantenía ahora sin salida. Pero de nada servía que estuviera arrepentida, porque ahora tenía que preocuparse por salir de ahí o resignarse a pasar la noche dentro de una fría oficina y preparar una buena explicación.
Las manecillas del reloj avanzaban, pero su movimiento parecía tan lento e insoportable para ella mientras observaba que quienes iban a “salvarla” no lograban concretar un plan para lograrlo. Y entre el sonido de las voces y las luces color rojo y azul que giraban constantemente iluminando la oscura oficina, ella intentaba pensar en un nuevo plan para salir, pero su mente estaba bloqueada por la idea de que no lo lograría en esa noche, así como por el miedo de tener que explicar a su jefe el por qué de su presencia en el lugar. Pensaba que por su desobediencia sería despedida, imaginaba cómo viviría sin un trabajo. El miedo provocaba que en su mente pasaran imágenes deprimentes de su futuro. Pero además del miedo, la molestia por no tener saldo en su celular para realizar la llamada, también bloqueaba su mente. En el edificio había una gran cantidad de teléfonos desde los cuales se pudo haber realizado una llamada, pero no lo hizo, porque ello implicaba que fuera descubierta al quedar registrada una llamada en horas fuera de lo establecido.
Poco a poco el cansancio invadió a la mujer, por lo que junto unas cuantas sillas y se recostó, mantuvo su mirada fija en lo que ocurría detrás de la ventana. Pero el movimiento de luces y el sonido provocado por las manecillas, la fueron arrullando. Llevaba más de dos horas y media encerrada sin obtener resultados. Del otro lado de la ventana, los elementos policiacos y bomberos, se retiraban uno tras otro, poco a poco y sin mostrar preocupación alguna por la mujer. Finalmente, uno de los policías decidió realizar la llamada, anunció que poseía una tarjeta telefónica y se dirigió a un teléfono público. La gente que se encontraba ahí aplaudió al policía, en cambio la mujer pensó que pudo haber hecho eso tiempo atrás y que el aplauso no era algo que se mereciera en lo absoluto.
Tomó algunos minutos para que el hombre regresara con la noticia de que el encargado de las llaves estaba en camino. Al saber la nueva noticia, la mujer se alegró y regresó las sillas a su lugar. En menos de diez minutos, el encargado estaba en el lugar, los policías explicaron la situación y le pidieron que abriera el lugar, el trabajador accedió y finalmente la mujer pudo salir.
Al momento de su salida, los policías esperaban un gran agradecimiento y ovación, pero en lugar de eso, la mujer sólo agradeció a su compañero y se dirigió junto con éste a su casa. “No tengo nada que agradecerles a esos, no pudieron sacrificar cuatro pesos para sacarme”, le explicó a su compañero.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

EXITO A ANA. ES UNA CHICA CON MUCHO TALENTO.ESPEREMOS QUE SIGA COMPARTIENDO CON NOSOTROS SU TRABAJO.

P.D. TORO PON UNA FOTO DE ANA PA QUE EL PUEBLO LA CONOZCA

Anónimo dijo...

Obvio que esta nena sabe deleitar al buen lector. En hora buena!

Amiga, de 10.
EXITO ANI`S

Anónimo dijo...

Me agrada bastante, pero lo que más me ha gustado es el final, muy bueno! "ANA" espero seguir leyendote por aquí y por allá.

..Yeahzik..