lunes, 27 de octubre de 2008

HIPOCONDRÍACO


Reflujo, gripa, dolor de cabeza, migraña, intoxicación, fiebre de malta, fiebre amarilla y creo que también la enfermedad de las vacas locas. Todas estas enfermedades las ha tenido mi gran amigo Gustavo. Todo comenzó unas vacaciones en unas playas vírgenes, donde no había muchas vírgenes por las escenas que se veían en la noche. Recuerdo que habíamos preparado un cebiche para comer, mostrando nuestros dotes de cocineros. Nos quedó horrible. Comimos de este fino platillo, y rogamos porque no nos enfermáramos, mi amigo Gustavo platicando con una persona de la costa le contó del platillo, el sonriendo y a modo de broma le dijo igual y les dieron mantarraya. Se quedó espantado y llegó a donde teníamos la casa de campaña diciendo – nos dieron mantarraya, a ver si no nos enfermemos. Fuimos a dormir todos, y como a eso de las dos de la mañana, escuche un grito ¡toro, toro! Despertándome, salí de la casa de campaña y le pregunté ¿Qué pasa? No puedo respirar acompáñame a ver un doctor, fuimos caminando rumbo al cuartel militar que se encontraba a unos tres kilómetros, acompañados también de una pareja de estudiantes de medicina, que iban a auxiliarnos en el camino, en caso de que Gustavo cayera intoxicado.
Al llegar al cuartel militar le explicamos al soldado lo que pasaba, y lo pasaron de inmediato a enfermería para ponerle una inyección, no recuerdo la sustancia, pero mi amigo les dijo que estaba intoxicado por comer mantarraya, regresamos al campamento y al día siguiente a mi pueblo porque no se sentía bien Gustavo.
Otra ocasión en un partido de fútbol americano, se lastimó el hombro, fue a la cruz roja y ahí le dijeron que no tenía nada, él fue a sacarse una radiografía para asegurarse y se la llevó a otro doctor, que afirmó lo dicho por la gente de la cruz roja- salió y molesto dijo: -no saben, seguro tengo fisura o algo por el estilo iré con un especialista. El cual confirmó lo dicho por la cruz roja y el médico.
Pasó lo del hombro y se enfermó de reflujo, pobre muchacho bajo cerca de veinte kilos, dormía sentado, con la puerta de su cuarto abierta al igual que la ventana para que entrara el aire, quitó alfombra, cortinas etc. Fue a que lo checara un médico y le dijo: -usted está curado, a lo qué el respondió. ¡Cómo curado si me siento mal! Así sigue con esa rara enfermedad hay momentos en los que me dice que se siente mal pero lo mejor es no hacerle mucho caso, así se le olvida que se siente mal.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

ES REALMENTE INTEREZANTE LA VIDA DE ESTE TIPO DE SUJETOS. TENGO LA SUERTE DE CONOCER A GUSTAVO, Y ME PARECE SALMENTABLE SU MODUS VIVIENDI. YA QUE SIENDO UN JOVEN DE 26 AÑOS, PARECIERA TENER 80.

Anónimo dijo...

A mi me parece muy atractivo a pesar de sus innumerables enfermedades y sintomas raros

Anónimo dijo...

Me toco vivir cada una de estas experiencias de vida... Es un caso muy peculiar q merece ser estudiado