viernes, 16 de enero de 2009

VIAJANDO

Camino por la playa, me aparto de la gente poco a poco hasta quedar solo, nadie me puede ver, me acuesto en la arena y me quedo viendo al sol fijamente durante un largo tiempo, cierro los ojos y me arden igual que si enterraran unos clavos en mis ojos, como a cristo en sus brazos, me levanto, no puedo ver, camino lentamente siento el agua del mar en mis pies, no dudo y camino mar a dentro tropiezo con unas pequeñas olas, me levanto y sigo mi caminar, el agua me llega hasta la cintura, quito la poca ropa que me queda, al igual que un reloj, de todas formas no podía ver la hora, sólo la sentía, sigo caminando mar a dentro y no paro, el agua llega hasta mi cuello, decido acostarme en el agua así como un ángel lo hace en las nubes, la corriente me lleva, no sé a dónde, puesto que no puedo ver el rumbo, sólo escucho el sonido un barco a lo lejos, el sonido de las aves que me llegan desde el cielo. No sé cuanto tiempo ha pasado la temperatura baja poco a poco, me concentro e intento no sentir el frío, abro mis ojos y veo la silueta de un barco color amarillo no sé si la vi, o mi imaginación fue la que vio el barco. No sé que pasó realmente. Abro los ojos, no estaba en el mar, era una cama realmente, me encontraba en los brazos de esa mujer, pensé que había muerto, que me encontraba en el paraíso, ella me hacía caricias en mi cabeza, vuelvo a cerrar los ojos, durmiéndome con esos cariños, abro nuevamente los ojos y estoy envuelto en llamas del infierno, ella sigue ahí, sus suaves manos se han convertido en navajas afiladas que desgarran mi cara, y hacen que mi sangre alimente las llamas del infierno, sufro pero le hago frente al dolor con una postura estoica, cierro los ojos y respiro lentamente absorbiendo el dolor que ya no existía, abro nuevamente los ojos encontrándome en el desierto, el sol calienta mi cuerpo desnudo, empiezan a crear ámpulas que poco a poco revientan al igual que revientan mis ojos, al ser presa de la mordida, de una serpiente que recorre mi cuerpo, y revienta mis ojos para comerlos y saciar su hambre, me quedo inerte, siento como escurre la sangre por mis mejillas, siento una frescura inmensa cuando la sangre corre por mi rostro, abro los ojos encontrándome con las cascada de un manantial golpeando mi cara, bañando toda la sangre que tenía mi rostro, al quedar limpia observo como caen pirañas de entre la cascada, cada una que cae muerde lentamente mi cuerpo, abriendo centímetro a centímetro cada parte de mi piel, y desprenderla al igual que las víboras al momento de la muda, siguen las mordidas, penetran lentamente hasta llegar al hueso, lo muerden, lo saborean, pero no sin arrancarlo del lugar, trato de soportar el dolor, no caigo ante él, le muestro mi fuerza, intenta vencerme, abro los ojos para retarlo con la mirada. Me doy cuenta que estoy en un lugar jamás antes visto, veo gente, riendo, niños corren por todos lados, parejas abrazadas y besándose, siento un vacío interno, que no puedo calmar. Mis músculos se relajan pero aumenta ese vacío, cierro los ojos, se escucha un silencio de paz, tranquilidad, nadie me molesta, mi cuerpo se llena de energía nuevamente para seguir y soportar cualquier dolor, abro los ojos, me levanto, sacudo la arena que se encuentra en mi cuerpo, observando al mismo tiempo el mar, la arena, las aves volar a lo lejos, me quedo quieto unos instantes, camino hacia donde está toda la gente, para poderte encontrar.

No hay comentarios: