martes, 24 de febrero de 2009

Reunión Cosmopolita

Una ocasión me tocó viajar a Guanajuato, ¡qué hermoso! Sus calles, construcciones, el Pípila, el callejón del beso, (ahí no me paré porque no tenía a quien besar), varios museos, una buena borrachera que me puse con la estudiantina, etc. Ahí conocí a que andaban igual de alegres que yo me invitaron a una fiesta, acepté además se veían buenas personas alegres, amables, borrachillas y acá entre nos también les latía fumar esa cosa que alegra los corazones.

El chiste es que llegamos a la fiesta, era una reunión un poco loca, puesto que era la despedida de un italiano que esa noche regresaba a su tierra, a la hora de la despedida todos andábamos medio melancólicos (eso que yo lo acababa de conocer) despidiéndonos del buen amigo Eros. En mi mente y en mi viaje comencé a tararear aquella canción llamada las golondrinas que dice algo así: A donde irá veloz y fatigada la golondrina que de aquí se va…
Por fin se fue, nos quedamos a seguir la fiesta internacional, bueno éramos seis mexicanos y seis franceses, pero se veía tan chistoso, unos hablando en francés, otros en español, un francés enseñándole el idioma a una mexicana y había un mexicano que le estaba enseñando el arte del idioma español al francés. Alimentando el léxico con palabras como: Carnal, tranza, me cae, chido, a huevo, etc. También dándole una cátedra importante de albures, le hizo saber que cuando el se necesitara dirigir a una persona con respeto, le tendría que decir ¡qué onda hijo de puta! Así la persona se sentiría halagada.

Pensé: no cabe duda que el mexicano es como la chingada, no se nos va ni una y en cuanto podemos nos mofamos del extranjero, haciéndolo que diga cantidad inmensa de pendejadas. Por eso cuando uno quiere aprender otro idioma le cuesta tanto trabajo, porque piensa que todos le dirán las mismas cosas que uno dice al extranjero.

La fiesta estuvo genial, me divertí muchísimo, además hubo un momento en el que todos andábamos un poco elevados espiritual mente gracias a nuestra amiga María, madre de la risa y alimento del alma.

Ya le habíamos quemado buen rato las patas al diablo, todos estábamos en nuestra rollo, unos hablaban de una cosa, otros de otra cosa, o simplemente no hablaban y veían lo que decían los demás. Comencé a tocar un poco los tambores (bueno realmente era una cubeta de plástico pero hacía bien su papel de tambor), no faltó quien me hiciera segunda tocando en una mesa, otro agarro un envase de refresco y lo comenzó a golpear con una cucharita haciendo el sonido de la clave, así cada quien tomó su instrumento musical y se armó un gran concierto, juraría que éramos mejor que la misma sinfónica.

Después de andar cada uno con su tema, comenzamos a hablar de nombres chistosos, ya mencionábamos algunos como: Petronila, Nepomuceno, Aniv de la rev (este nombre es porque las personas ven en el calendario Aniv de la Rev. Piensan que es un santo y en realidad se festeja el aniversario de la revolución) Expedito, Lady Di etc. Tantos nombres bonitos que podemos hallar en nuestro lindo país.
La verdad los franceses también estuvieron diciendo nombres pero como yo no les entendí ni jota no te los puedo platicar. El chiste es que todos reímos con la cantidad enorme de nombres. Seguimos en la fiesta, unos tomando, otros fumando, otros tomando y fumando, uno que otro fumó tabaco, luego cuando estábamos rolando el buen cigarro de la vida, todos reunidos como hermanos me tocó preguntarle al tipo que estaba junto a mí (que conoció a los de la fiesta en la calle ese mismo día) -¿Cómo te llamas? -Herculano, por eso cuando estaban criticando a los de nombres culeros mejor me callé, todos comenzamos a reírnos del nombre, ya lo traíamos con la carreta, Herculano me prestas dinero, Herculano dame dinero, etc. El chiste es que este canijo no necesita apodo, puesto que sus padres le dieron
en toda la madre el día que nació.

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