Sabemos que la educación es una parte indispensable en la base y la estructura de la sociedad.
Hace unas semanas se señaló el bajo lugar que nuestro país ocupa en la escala de evaluación elaborada por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico.
Más allá del lugar que ocupemos en la escala y de acuerdo a lo establecido por la propia OCDE, de acuerdo al modelo evaluado nuestra educación tiene deficiencias para procurar que los alumnos sean capaces de establecer semejanzas entre los campos del conocimiento y aplicarlos a situaciones novedosas, tanto del ámbito escolar como extraescolar.
Pensemos por un momento ¿se acerca nuestro concepto de educación, al establecido por la organización que realiza la evaluación?
Queremos entender que la aplicación del conocimiento va más allá de la espera pasiva de que sucedan situaciones en las que sepamos aplicar los conocimientos, debe tratarse de que el alumno sea capaz de provocar situaciones novedosas.
Desde otra perspectiva, la escuela es solo la cede social donde se difunden los conocimientos y se forman habilidades y actitudes, pero en el proceso de formación, es la sociedad la que debe permitir, facilitar y promover que se amplíen los horizontes de los alumnos, los niños.
Entonces, trayendo al análisis social más amplio, las conclusiones de la OCDE, parece ser que en nuestra sociedad no permitimos, ni fomentamos ni facilitamos que como ciudadanos seamos capaces de que los conocimientos con que contemos los apliquemos a situaciones novedosas y menos aún que los ciudadanos provoquemos cambios en nuestra sociedad.
Entonces no solo debemos centrarnos en la calidad de los alumnos y los grados de estudio, lo cual sin duda es un problema y serio, pero lo que somos como sociedad estaría determinando la calidad de educación que promovemos.
Las conclusiones a las que llega el documento de la OCDE no son muy diferentes a las que se tenían en 1992, hace 15 años.
Todo lo anterior nos debería llevar indudablemente, a pensar en la Libertad. ¿Qué tan libres nos sentimos, qué tan libres somos y qué tan libres dejamos ser a los demás?
Pero se forma un círculo vicioso que se debe romper para formar una espiral en ascenso; no puede ser libre quien solo conoce una realidad sesgada, tanto de la historia como de las leyes que nos rigen y tampoco puede conocerse la historia ni las leyes objetivamente si se mantiene el temor a la libertad, de los individuos y de la sociedad.
Diríamos entonces que para empezar, el centro de la educación debe ser la libertad, la búsqueda de la libertad, el ansia por la libertad.
Gracias!
POR MARCO VINICIO HERRERA
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